jueves, 7 de enero de 2010

UNA TRADICIÒN QUE NO SE QUEMA

La celebración del año viejo, es una tradición antigua en el Ecuador, una festividad donde los monigotes, las comparsas, los fuegos pirotécnicos y la alegría cunden en la ciudad, barrio, esquina y en cada uno de los hogares, que quieren desprenderse de un año que está finalizando para iniciar otro nuevo.


La costumbre o tradición de festejar el “año viejo”, en algunos países tiene sus propias raíces, de manera que en el Ecuador lo festejamos de una forma arraigada y tradicional que nos caracteriza y, que año tras año las familias ecuatorianas siguen con sus ideales para preservar dicho hábito.
Los cuencanos, se preparan con gran esmero, días ,semanas incluso hasta meses de anticipación para realizar sus monigotes, los que son hechos con
ropa vieja y pueden estar llenos de aserrín, ropa, papel o cartón y uno que otro petardo, otros tienen más creatividad y los fabrican con papel y cartón moldeando a su personaje favorito, al que dio más polémica, el que no los simpatiza o simplemente a cualquier héroe, pero en general son protagonistas políticos más conocidos, sobre los cuales recae la crítica popular.
“El año viejo”, así llamado tradicionalmente al monigote representa para los azuayos de corazón un periodo que se termina y con el también los malos momentos vividos en cada uno de los días del año, por eso lo elaboran plasmando los pésimos recuerdos que casi en su mayoría son conflictos políticos. También es una escusa perfecta para la reunión entre amigos y familiares, donde se deja todo a lado para compartir un momento de diversión y sano esparcimiento.





Por supuesto la organización no debe faltar, pues en cada barrio o familia establecen el velorio del viejo, tradición enraizada a nuestra cultura, en donde el personaje principal es la viuda que junto a sus parientes lloran anticipándose al final del viejo año. Las esquinas de los barrios son los principales escenarios para destacar sus habilidades , en su mayoría hombres disfrazados de mujeres con sus trajes negros y sus caretas. Aproximadamente desde la seis de la tarde empieza con su labor de viuda, la cual es de recolectar limosna para el funeral del viejo junto a sus vástagos.
El testamento, este es otro rito innegable de los morlacos, porque con él hacen mofa y burla con gran ingenio, donde el sarcasmo se juntan en las leyendas que acompañan a los monigotes, a manera de sus últimas palabras, casi siempre ligadas a conflictos de la política.
Es así que en los barrios de Cuenca, todos los años se realizan eventos donde se elige el mejor “año viejo”, la mejor viuda y el más suspicaz testamento, y solo allí se puede comprobar cuanto empeño hubo en cada uno de los trabajos elaborados.
Este año se unieron a esa gran premiación Amistad Club y la Unión de los Periodistas del Azuay, donde elaboraron el un pregón para elegir la mejor viuda y testamento, se llevó a cabo el 30 de diciembre a partir de las siete de la noche en San Sebastiàn, donde participaron diferentes grupos y que al final triunfó la comparsa que representaba a la Escuela de Comunicación Social de la Universidad de Cuenca, el premio fue una noche cuencana.



Si bien es cierto los “años viejos” expresaron momentos especiales de la historia de cada uno de los ciudadanos, de la ciudad, del país y del mundo, también simbolizan las esperanzas, las frustraciones, las angustias, los amores, las alegrías, los miedos ,obsesiones y, un oficio lucrativo o la forma de hacer dinero.
Una industria, eso es lo que representa para algunas familias el “año viejo”, ya que en la días desde el 26 hasta el 31 de diciembre tienen la oportunidad de ganarse unos cuantos centavos.


Raúl Medina, con toda su familia se dedica hace 15 años atrás al oficio de crear monigotes, lo realizan incluso meses antes de fin de año. Hacen una inversión de dos mil a dos mil quinientos en materiales, la ropa la consiguen a lo largo del año, “los días que más se venden son el 30 y 31 de diciembre” dice Raúl, tienen de todo los precios, gustos y colores.

Las cábalas no pueden faltar desde la ropa interior amarilla para la suerte, las doce uvas para cada uno de los meses, la vuelta a la
manzana con una maleta y, en fin un sin número de creencias que han hecho que el 31 de diciembre sea uno de los días más esperado.

La quema del monigote representa una fiesta popular, que entre luces, estruendos y gran alegría todos los ecuatorianos dan la bienvenida al AÑO NUEVO, en este caso al 2010, festejando entre abrazos y felicitaciones hasta que dure la alegría.





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