martes, 8 de diciembre de 2009

ENTRE GRITOS, VÍVERES Y COMPETENCIA




Mujeres, hombres y niños se confunden en medio de la multitud, unos con canastas, otros con baldes, no se los distingue a los vendedores de los que están haciendo las compras, sin antes que le mencionen la típica frase “que me va ayudar hoy” , los empujones no faltan por quienes en ese momento están abrumados unos por vender otros por comprar.
Las frases enganchadoras o la bulla como dicen otros se entremezclan en nuestros oídos, “cuarenta limones a un dólar”, “venga que si hay la mandarina y la naranja”, “pescado, pescado fresco”, “verde y maduro se acaba y no se vende”, etc... frases que en ese momento bombardean y, claro la más perseverante y dicha hasta que se seque la garganta es la que vende más.

Casi milímetros les separa de puesto a puesto y la competencia no es ajena, cada vendedora utiliza todos sus trucos que a lo largo de su experiencia ha aprendido para vender, lo que la una no tiene la otra le ofrece al comprador, el mismo que es exigente, busca lo bueno, bonito y lo barato y allí está la astucia para convencerlo. En este mercado se encuentra de todo, desde las personas más humildes hasta las de terno y corbata, que dejan su aire de grandeza en sus oficinas para convertirse en uno más del mercado.

Callejones estrechos dividen los puestos, que a lo largo de su recorrido los olores se confunden y no sabe si es a cebolla o a una naranja podrida, lo que sí es inconfundible y pone al descubierto a la despensa de mariscos, es su inconfundible olor de pescado de dos días de no haber vendido, olores que para los que se encuentran todos los días en el interior ya se ha vuelto parte de su vida, o un aderezo más a su vivir cotidiano.

Mujeres cargadas a sus hijos, niños de todas las edades con canastas recorren el mercado ofreciendo lo que tienen en sus sestas, ni el sol agotador los cansa, pues cada segundo que pasa saben que se les acaba el día y, la gente con el atardecer irán desapareciendo uno a uno tal como aparecieron, así como las esperanzas de las vendedoras, por que saben que mientras más personas más oportunidades de vender tendrán, y si no venden todo en el día, pues en la tarde tendrán que rematar, para así no quedarse con mercadería para el día que viene.

Cajones de las cebollas o manzanas , qué más da, cajones de lo que hayan sido, si ahora se han convertido en acogedoras camas para esos niños, que cansados por el ajetreo de ayudar a sus mamitas, por el rendimiento de jugar o a lo mejor, por ese sol abrumador al cual han estado expuestos y que termino agotándolos para lanzarlos a un rincón, donde la bulla, los rayos de sol que escapan por los huecos del parasol y llegan directamente hasta su cara o las moscas que vuelan a su alrededor , no son obstáculos para ponerse en manos del encantador sueño, para luego levantarse y emprender una nueva jornada.

Con sus trajes verdes, sus escobas y sus carritos recolectores están por todo el mercado, son trabajadores de la EMAC, quienes recogen restos de naranjas, tomates cebollas, papas, y cuanta basura encuentren en el piso, su labor es esa, sin embargo no desaprovechan la oportunidad de clasificar a parte todo lo que encuentren en buen estado para provecho de ellos, y lo que no sirve lo botan en el tacho para luego llevarlo hasta los contenedores, los cuales son unas hojalatas enormes donde se recolectan los desechos de todo el mercado, que luego es vaciado por un carro recolector de basura, allí están como buitres muchos indigentes rebuscando comida y una que otra fruta en ”buen estado” para ellos, es un festín cada que llega un carrito recolector, por que ahí está su subsistencia.

Esto y más es lo que esconde en sus interiores el mercado de la Feria Libre, que con su variedad de comerciantes y productos atraen a mucha gente para hacerlo famoso entre los mercados.
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lunes, 7 de diciembre de 2009

¿SUPERSTICIÓN O VERDAD?

Tradiciones y costumbres están atadas a la sangre de nuestros antecesores que a pesar de los años no se han borrado. La “brujería o el curanderismo” que se practica en la actualidad, es una de las tantas herencias que nos han dejado nuestros ancestros. La civilización Inca, es una antecesora que generaba este tipo de rituales para explicar algunas desgracias que asechaban a los individuos de su comunidad, que creían que provenían de un origen era sobre natural. El hampicamayoc (curandero) tenía que discernir la calidad del enfermo. Si la disfunción la causaba una enfermedad cuyo diagnóstico la atribuía a un designio sobrenatural, el curandero no podía hacer nada porque era imposible vencer a los dioses. Pero sobre los males hechos por la venganza humana, el curandero lo podría salvar, utilizando el conocimiento del beneficio de las plantas, animales, minerales y otros. Su ciencia la basaba en su propia experiencia y práctica, adquiridas y transmitidas de padres a hijo siglo tras siglo. En la actualidad se la sigue practicando, tal vez con algunas modificaciones.

A pesar que para algunos hablar de “mal de ojo”, “mal aire y susto” resulta un mero hecho de superstición, más para otros son verdaderas creencias de ciertos males inexplicables. Vicente Gutama, con 56 años de edad es un famoso “curandero” de la Nueve de Octubre, la fama que tiene se la ha ganado a lo largo de sus 16 años de práctica.

Montes como la santa María, flor de Guandoo, Eucalipto, Altamizo e incluso un huevo son los principales materiales que utiliza para “curar” a sus pacientes. “Las plantas que utilizo, son de olores fuertes para espantar a los malos espíritus que están en el cuerpo de la persona, el huevo simplemente es para diagnosticar que mal ha tenido, no cura.”



“Empecé como un oficial de un “chamán” no pude aprender todo lo que él sabía, por eso me considero solo un “curandero”. Los días que más acude la gente a solicitar mis servicios, es el Martes y Viernes, y vienen con mucha fe para que les de efecto.”

Niños que lloran mucho, no duermen, tienen problemas estomacales, están con fiebre, adultos con dolor de cabeza, de los brazos, las piernas y falta de sueño, son algunos de los síntomas que presentan los pacientes, los que pueden ser diagnosticados como dice Vicente.

Todos estos padecimientos se van después de la primera visita dice Gutama, el tratamiento que deben tener los individuos es de tres días y, son tratados con un ramo de plantas las que son pasadas por todo el cuerpo con cierto ritual, que es lo que ahuyenta a las malas energías y a los “ espíritus endemoniados”.



Según este “curadero” estos males se los pueden adquirir incluso bajándonos de la cama, ya que si en ese momento hay una corriente de aire fuerte pues allí podemos adquirir “un mal aire” o “mal viento”, en cambio el “mal de ojo” son energías negativas de otra persona que a través de su mirada nos la pasa, eso les sucede más a los niños.

“Creo en lo que practico y la gente también, por eso vienen donde mí, me gusta lo que hago. Me pienso retirar, pero lo haré cuando un familiar decida quedarse en vez de mí, para eso tengo que enseñarle lo que yo sé y he aprendido.” Treinta dólares al día aproximadamente es lo que obtiene Vicente por su labor, así como él hay muchas personas más que se dedican a este oficio, ya sea por que realmente conocen lo que están haciendo o por el simple hecho lucrativo, lo cierto es que si “curan” o no, tienen la concurrencia de gente crédula que acuden comúnmente o incrédula que por curiosidad quieren experimentar y de alguna forma explicar lo que la medicina tradicional no logró.

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